Ha salido este clamoroso informe editado por la Obra Social de La Caixa:
"Fracaso y Abandono Escolar en España". Su lectura es interesantísima, pero arroja una imagen nada positiva de nuestro panorama escolar. Lo peor es que me parece que está lleno de aciertos y por tanto, estamos ante un horizonte muy negativo en el corto y medio plazo.
Acierta en buscar en la primaria los motivos del fracaso visible de la secundaria. Se suele decir que no fracasan los alumnos, que fracasa el sistema. Y es verdad, pero lo van a sufrir los alumnos que no alcanzan el éxito académico así como su entorno, familiar, de barrio, de trabajo. O sea, todos los que convivamos con ellos.
Otro acierto es la visión retrospectiva de los datos. Por poner un ejemplo, aterrador ejemplo. En la página 49 las series desde el curso 1999-00 al 2005-06 el volumen de chavales que no terminó la secundaria obligatoria en el momento que por edad le correspondía se incrementó en un 4.2 %. O sea, que las reformas, inversiones y políticas públicas en educación no solo no han mejorado el sistema y su éxito, si no que lo han deteriorado o al menos han sido inútiles para frenar su declive.
Alguna otra perla se encuentra cuando miramos qué opinan los docentes sobre los motivos del fracaso escolar. La principal causa atribuida por la dirección de los centros es la falta de utilidad de la educación secundaria para las familias.
O sea que tenemos un modelo educativo que no funciona, que funciona peor cada día y que además no encaja con lo que las familias demandan. El informe hace una mención especial a los elementos que tienen que ver con la clase social y la vinculación étnica de los alumnos, pero ahora mismo prefiero centrarme en otra dimensión que tiene para el tema de la diversidad social.
Mucho se criticó en los años ochenta y noventa el modelo educativo basado en la ley de Villar Palasí de 1970, se decía que era un modelo clasista, orientado a que las clases medias y altas accediesen a la Universidad y las bajas a la Formación Profesional. Un modelo que segmentaba más la sociedad, poco igualitario. Entonces inventamos la LOGSE. Que tenía mucha teoría y mucha renovación pedagógica en el papel. Pero sobre todo dos medidas concretas, prácticas y de aplicación directa. Alargar la escolarización obligatoria hasta los 16 años y unificar hasta esa edad todas las opciones del alumnado en una sola, la ESO.
El resultado lo tenemos delante nuestra. Un abandono/fracaso escolar descontrolado y desde luego quienes quieran defender que se ha reducido la segmentación social en la educación lo tienen muy complicado. Miren la opinión de los directores: las familias de los chavales que abandonan no consideran de utilidad lo que los chavales tienen que aprender en clase. O sea, no creen que les vaya a servir en la vida profesional. Y lo peor es que es verdad de la buena, cada vez hay menos horas de humanidades y más de supuestas asignaturas técnicas, pero estas no son de aplicación profesional ¿¿¿ ???
Lo que a mi me sugiere todo esto es que los modelos de café para todos y por narices no valen, fracasan, generan frustración y por tanto abandono. Gestionar diversidad no es solo ver como integrar, es también ver cómo reconocer las diferentes necesidades y espectativas vitales. Si queremos que los chavales salgan más cualificados ¿pensamos que lo vamos a conseguir metiéndoles con 15 años en un aula en la que no quieren estar?
Va siendo hora de pensar en diversificar las opciones, sin crear caminos irreversibles que haga que lo elegido con 14 años impida replantearse la carrera profesional, pero permitiendo también que los alumnos vayan optando por distintas ramas de conocimiento, de aplicabilidad, de profesión futura.
¿Que los chavales son jóvenes para elegir? Actualmente una niña puede supuestamente consentir relaciones sexuales con 14 años, pero no ha podido elegir si quiere orientar su aprendizaje al ámbito académico o al técnico. Eso a pesar de que las distintas teorías sobre el aprendizaje tienden a alertarnos de que tenomos un modelo de enseñanza diseñado sólo par un tipo de persona, la que basa su pensamiento en modelos lógicos analíticos. Parece que algo anda desequilibrado.
No necesitamos tanto pensar qué tienen que aprender los chavales, como ilusionarlos con aprender. Para eso debemos entender que no existen caminos únicos, si no podemos (y no podemos) crear un plan de estudios para cada alumno. Al menos podemos crear algunas opciones académicas que permitan sentir al alumno que está empezando a asumir responsabilidades y decisiones sobre su propia vida. Cualquier psicólogo evolutivo nos diría que parece una buena forma de motivar a un adolescente.
Diversidad social es también y sobre todo diversidad de espectativas vitales y ambiciones personales. Para que cada cual pueda encontrar su camino hace falta que existan caminos que elegir.
Para ello sería interesante que antes de diseñar un modelo educativo se tuvieran en cuenta algunas premisas básicas, propongo tres por mantener la costumbre.
Los chavales NO son tontos y son mucho más capaces de lo que parecemos estar convencidos. Modelos de baja exigencia no crean igualdad si no bajo nivel. Si los aderezamos con obligatoriedad sin elección, tenemos fracaso del sistema por partida doble. Demasiados se van y los que se quedan (que se hubiesen quedado de todas maneras) tienen un nivel menor del que podrían aspirar.
¿Se os vienen ejemplos a la cabeza?